sábado, 8 de diciembre de 2018

Me entrevista en la radio "El Morral del Cazador" para hablar sobre las rehalas. 30 noviembre 2018



"Muy buenas morraleros, aquí estamos una semana más al pie del cañón. Hoy hablaremos en primer lugar con Félix Sánchez Montes de la evolución de la rehala, de los perros y de la montería a los largo de estos últimos 50 años … lo que ha cambiado para bien y lo que ha cambiado para mal.

Y en segundo lugar estará con nosotros Eduardo Cornejo, Presidente de la Federación riojana de caza con el que trataremos un tema que no se le esta dando la importancia que tiene, y no es ni mas ni menos que la Iniciativa Legislativa Popular de Protección de los Animales aprobada la semana pasada por el Parlamento de la Rioja, la cual contempla normativas que afectan y atacan directamente al sector cinegético y dan poder a los animalistas

#vivalacaza #soymorralero"


viernes, 16 de noviembre de 2018

La montería como tradición. Mi artículo publicado en CAZAVISIÓN. Octubre 2018.

La montería como tradición

Los valores y tradiciones son fundamentales para que una actividad perdure en el tiempo, y la montería tradicional no es una excepción que confirme esta regla. En mi opinión, haber vivido el ambiente cazador desde la infancia es muy importante, aunque reconozco que se pueden incorporar personas al mundo montero sin tradición cazadora en su familia.

No suele ser lo habitual, aunque sí lo fue en el periodo comprendido entre principios de los años ochenta y el comienzo de la crisis a finales de la primera década de este siglo, donde proliferó la moda de montear -aunque no se tuviese ni idea de cómo se hacía- para poder cambiar el dinero negro en muchos casos o bien por el afán de destacar en determinados ámbitos, en otros.

Las fotografías de personas con los vasos de licor en las manos mientras se sentaban en los lomos de grandes reses abatidas -que no cazadas- en cercones, han pasado a formar parte del peor ejemplo de historia montera. Son estas mismas fotografías las que tanto daño han hecho y siguen haciendo a la montería tradicional, al presentarnos ante la sociedad como una actividad elitista y realizada en fincas cercadas, cosa que no es cierta en la gran mayoría de los casos.
Recuerdo cómo desde mi niñez, veía en casa de mis padres el ambiente que rodeaba la caza. Para mí era habitual esperar con impaciencia el fin de semana una vez se abría la temporada, con esa noche anterior a la salida al campo sin apenas dormir, con esa impaciencia porque llegase la mañana.

Y eso me sigue ocurriendo hoy en día, tras más de 50 años de práctica de esta actividad. ¿Y por qué me sigue ocurriendo? Para mí la respuesta es fácil: lo he mamado, tuve muy buenos maestros en el arte de la caza, empezando por mi padre, siguiendo por mi tío Lalo y muchos más. Sentí la pena de no haber conocido a mi abuelo Félix, gran montero, pero al menos me contaron todas sus aventuras de caza, incluidas las de mi bisabuelo.
En mi caso, tuve la suerte de ser hijo, nieto, bisnieto… de cazadores, y de ellos aprendí una cosa fundamental para mí, la tradición y el respeto por las normas que debe seguir una caza sostenible. Para mí la caza no es negocio, ni deporte, ya que no compito contra otros en el ejercicio de la misma. Si acaso, me considero cazador deportivo y respeto dentro de mis posibilidades el medio ambiente.

Pero eso sí, soy un firme defensor de las tradiciones en la caza y, en especial, en la montería tradicional española. Sin tradiciones ni respeto a unas reglas básicas de conducta (estén o no escritas), estamos abocados a desaparecer como cazadores, eso no lo dudo.

¿Cómo entender la caza si uno no estuvo de morralero muchos años?, ¿si no usó un arma hasta saber cómo se debía manejar con seguridad?, ¿si no aprendió de sus mayores las costumbres y los usos de la actividad venatoria? Se pueden aprender todas estas cosas por uno mismo, pero no es igual. Todo esto es lo que tenemos que transmitir a nuestra juventud.

Cada vez somos menos los que podemos transmitir estos conocimientos sobre los usos y costumbres de una actividad casi milenaria, la montería.

Una solución creo que pasaría por volver a recuperar el prestigio que teníamos antaño los cazadores. Éramos los ‘buenos’ en los cuentos infantiles, pero eso con Disney cambió y ahora somos los ‘malos’ de la película. Esto no ocurre en otros países de nuestro entorno, bastando con ver lo que sucede en Alemania, Francia o Austria, por ejemplo, donde el prestigio del cazador apenas si disminuyó gracias a que han sabido conservar sus tradiciones venatorias.
Pero en España es distinto, pues arrastramos el estigma de la muerte, la idea errónea de que solamente salimos al campo a matar y derramar sangre. Y eso no es así.

Los tiempos han cambiado y nosotros, los cazadores, debemos cambiar con ellos, haciendo ver a la sociedad nuestras tradiciones y costumbres, pero desde una óptica de respeto al medio ambiente.

Desde estas líneas abogo por la defensa de las tradiciones en la caza, sobre todo en la montería, para dar a conocer lo que de verdad es aquello tan sabido de “cazar no es matar”. Es algo más y aún estamos a tiempo de solucionarlo. Esperemos que las propuestas de declaración BIC de la montería y la rehala en Andalucía y Extremadura tengan pronto resultados positivos, ya que sería la solución a su continuidad.

Está en nuestras manos conseguirlo, necesitamos unión para lograrlo. Tenemos la tarea de preservar la caza y sus tradiciones para las generaciones futuras. La caza no es solamente negocio, como parece que nos quieren hacer ver, ni deporte, ni solamente tradiciones, sino todo un compendio de ello y algo más, es pasión, afición por una actividad que nos acerca más a la naturaleza con el objetivo de conseguir la captura de la pieza, pero sin olvidar que su muerte es una consecuencia de la caza y no su fin.


(Texto y fotos: Félix Sánchez Montes)

lunes, 5 de noviembre de 2018

¡ 48 años no es nada !

¡ 48 años no es nada !

48 años ya de montero, mi noviazgo en la finca Fuentevieja (Córdoba), un 5 de noviembre de 1.970.





Armada del Carril de Prado Gallegos, abatí un venado que venía lanzado seguido de los perros de la rehala, fue al saltar un pequeño arroyo seco donde con mi escopeta Victor Sarasqueta del calibre 16 , que aún uso, lo pude derribar.

Un tiro precioso casi en el codillo. Un día inolvidable en una finca inolvidable.

martes, 30 de octubre de 2018

Cómo está compuesta un rehala clásica. Mi artículo publicado en la revista Trofeo de septiembre 2018


Cómo está compuesta un rehala clásica


La importancia de las rehalas en la montería tradicional española es innegable, sin ella no existiría esta modalidad como tal.
En su libro Veinte años de caza mayor ya lo decía el conde de Yebes:
«No hay verdadera montería sin perros. Es tal su importancia que para comprenderlo basta apreciar la que nuestros clásicos les prestan en cualquiera de sus tratados sobre la materia. Cuando se montea de verdad, es decir, con todos los elementos que el caso requiere, y entre ellos, y en lugar preeminente, varias rehalas punteras, estas lo van diciendo todo. Lo van diciendo todo al que sabe escuchar, que no es fácil».
En su libro Tras las huellas del recuerdo incide en lo mismo el marqués de Valdueza:
«La rehala es el fundamento de la montería, porque la condición precisa para que la batida tenga carácter de montería es la presencia de sus perros».
Ya en el Código de las monterías de Sancho IV (s. XII) y, con posterioridad, en el Libro de la montería de Alfonso XI, rey de Castilla (s. XIV), se nombra en su tercer libro (capítulos 24 a 30) los métodos de caza mayor y el tipo de perros usados.
Es a partir del siglo XX cuando ya podemos hablar con propiedad de rehalas parecidas a las actuales. Las razas usadas eran predominantemente, y hablo del sur de España, podencos, mastines, alanos y regalgos (cruce de podencos con galgos). A partir de los años cincuenta se usaron menos los regalgos y los alanos puros, desapareciendo prácticamente.
Es a partir de esta época cuando las rehalas tienden a unificar sus razas, siendo mayoritarios los podencos, en sus diferentes tipos y composición. Son los últimos cuarenta años los que nos han traído al mundo de las rehalas la mayor especialización en cuanto a razas se refiere.
Es importante añadir que se han vuelto a usar y criar alanos, un clásico entre las razas monteras y que estaba prácticamente extinta.

NÚMERO Y RAZAS DE PERROS DE UNA REHALA 

El número medio de colleras de una rehala en el sur de España estaría entre un mínimo de 9, como es el caso de las rehalas clásicas cordobesas, y un máximo de 12, ya que está permitido usar de 15 a 24 perros adultos por jornada de caza.
Si hablamos, por ejemplo, de una rehala clásica cordobesa de 9 colleras, estaría compuesta de la siguiente manera:

  • 1 collera de puntas, por lo general podencos medianos. Perros rápidos y de muy buen olfato, fundamentales en toda rehala, ya que son los primeros en localizar a las reses y llamar al resto de la rehala para que acudan
  • 4 colleras de podencos puros de talla grande, con buenos pies para mover a las reses.
  • 2 colleras de cruzados amastinados para ayudar en los agarres.
  • 2 colleras de perros grandes, cruzados pesados o mastines semiligeros. Ideal sería poder contar con alanos, aunque muchas veces estos perros son dogos o bóxer. Son los encargados de sujetar a las reses una vez producido el agarre y permitir que se pueda rematar a la res, a poder ser a cuchillo como manda la tradición.
En general, si lo que queremos es usar la rehala en una montería tradicional, cuyo fin es que las rehalas muevan y lleven a las reses a los puestos, donde son abatidas por los monteros, no deberíamos usar más de 2 colleras de los considerados de agarre.
Y sobre qué características deben tener, tomo las palabras del conde de Yebes en su libro Veinte años de caza mayor, donde dice que:
«el buen perro de rehala, sea cualquiera su clase, desde el puro podenco envelado y peliduro al de padres desconocidos y tipo inverosímil (que los dos pueden ser de punta), requiere, entre otras, las siguientes características principales: fuerza, coraje, perseverancia, vientos y dicha. A cual de ellas más importante, y si no las reúne es un perro incompleto».
Sobre las razas de los perros utilizados en las rehalas, sería cuestión de un artículo más extenso, pues es grande la materia.
Sin rehalas no hay montería, y es algo que solemos olvidar, cuando no valoramos en su justo término el trabajo de rehaleros, perreros, auxiliares y perros. Ellos son los que nos hacen disfrutar de esas monterías emocionantes, de esos lances que nunca olvidaremos.
Son ellos, los que empiezan la montería mucho antes del alba y los que la acaban, con suerte, ya muy entrada la noche, recogiendo perros. Y los que cuidan de esos perros los 365 días de un año, no solamente durante la temporada. Un trabajo, que no está suficientemente pagado y que solamente se entiende por la afición y la pasión por los perros.

Félix Sánchez Montes

domingo, 22 de julio de 2018

Publicadas fotografías mías en artículos de Fedexcaza y El Coto de Caza. 19 julio 2018

En la página de la Federación Extremeña de Caza


FEDEXCAZA, preocupada por un nuevo requerimiento de la Junta que amenaza a las sociedades locales de caza


En El Coto de Caza





domingo, 15 de julio de 2018

El perro de rehala, una obra de arte. En recuerdo de Alatriste, de la rehala de Miguel Feijoo.

Alatriste, ahora es una obra de arte

El 8 de febrero de 2013, y para felicitarle su cumpleaños a mi amigo y buen rehalero, aunque ya no tenga la rehala en activo, Miguel Feijoo le han regalado una pintura realizada por el gran pintor cordobés Manuel Torrico, basandose en una fotografía que le hice a Miguel y al desgraciadamente desaparecido perro puntero y alma mater de su rehala, Alatriste, en la feria cinegética Intercaza el pasado 30 de septiembre de 2012 en Córdoba.

Es para mi un honor y un placer ver convertida una de mis fotografías en una obra de arte, en la cual se puede ver con claridad la gran unión que existía entre ambos, perro y perrero.



sábado, 14 de julio de 2018

¡ Más de 800.000 visitas al Blog Monteros !. Muchas gracias. 13 julio 2018


1982. Plano de la finca Loma del Majano, Cardeña (Córdoba).


Plano de la Finca Loma del Majano, que tuvieron alquilada unos años un grupo de amigos (entre ellos mi tío Lalo y mi padre en la década de los 80 del pasado siglo).

Buenos ratos pasados con ellos en esta finca situada entre Montoro y Cardeña en Córdoba. Hoy en día está vallada.

viernes, 13 de julio de 2018

4 de febrero de 1973. Montería Loma de la Higuera.

Una de las mejores monterías que organizó mi tío Lalo, se cobraron más de 140 reses cuando aún esta finca era abierta.


El mejor venado sin duda de la montería. Se cobró en el nº 4 de la armada de La Aguja (yo estaba en el nº 5 de esa misma armada), cerca de las 4 de la tarde.

Esa armada se montaba con mulos y se tardaba cerca de 90 minutos en llegar cuesta arriba.


jueves, 12 de julio de 2018

Eulalio Sánchez Iñigo "Lalo", pionero de las monterías comerciales en Córdoba

Tengo que recordar a otro pionero de las monterías comerciales en Córdoba y del cual ya nadie parece acordarse, mi tio Lalo (Eulalio Sánchez Iñigo) ya fallecido.

Para demostrar mis palabras os pongo las papeletas de puesto de dos monterías comerciales organizadas por él (tengo otras más antiguas aún) de hace ya más de medio siglo (año 1959 para ser exacto).
 


Alcornocosa (Villaviciosa, Córdoba), 11 noviembre de 1.959



Coto La Baja (Hornachuelos, Córdoba), 18 octubre 1959

miércoles, 11 de julio de 2018

"Tras el rebeco en el Parque Natural de Somiedo". Publicado mi artículo en la revista Caza Mayor.

Revista Caza Mayor del mes de junio de 2013. Texto y fotografías las he realizado yo. Al final os pongo el texto completo.

Espero que os guste.









Tras el Rebeco en el Parque Natural de Somiedo

Ya anochecía cuando enfilamos el Puerto de Somiedo con sus 1.486 metros, la nieve en la carretera se acumulaba en la cuneta en este viernes 3 de mayo de 2013. 

La historia de este rececho surgió meses antes cuando le comunicaron a mi compañero de caza, J.G.L., que le había correspondido en sorteo un permiso de trofeo de rebeco en el P. N. de Somiedo (Asturias) y él me invitó a acompañarlo con mis cámaras como ya hice en anteriores ocasiones. Hacía un par de horas habíamos cobrado un corzo en Truébano (León) tras dos días de esperas y sin demora nos dirigimos a Pola de Somiedo donde teníamos reservada habitación. A la llegada nos dijeron que el guarda del parque, Eladio, había preguntado por nosotros para decirnos que nos esperaba a la mañana siguiente en Saliencia (Asturias), a las 7:30, para comenzar el rececho.

La cena sabrosa y abundante y pronto a la cama soñando ya con un rececho de rebeco del cual desconocía todo, ya que era la primera vez que tenía la oportunidad de participar en el. Tras desayunar tomamos la salida hacía la central hidroeléctrica situada muy cerca de Pola de Somiedo y desde allí tomar la desviación hacia Saliencia donde nos esperaban. ¡Qué decir del paisaje nevado de estas tierras¡ espectacular sería quedarse corto, y más en mi caso que había pasado de Sevilla con más de 30º a estos valles, bajo cero y con mucha nieve.

En el cruce de Saliencia nos esperaba ya el guarda, Eladio, un profesional experimentado y muy buen conocedor de la caza en estos lares. Antes de nada pidió toda la documentación para comprobar que estaba todo en regla y una vez realizados todos los trámites nos montamos los tres en el todoterreno que traía dirigiéndonos en dirección hacia Endriga, al poco aparcó cerca de la carretera y con un telescopio que traía lo dirigió hacia las cumbres de la izquierda señalando un buen rebeco situado a unos 450 metros de distancia y que pastaba cerca del límite de la nieve en una ladera muy escarpada, el rebeco aún no nos había divisado o si lo hizo no dio muestras de nerviosismo tal vez a causa de la gran distancia que nos separaba.

Eladio le dice a mi compañero que si quiere puede intentar disparar, es un tiro difícil pero no imposible, acepta el reto y apoyado en unas piedras sobre las que coloca el zurrón apunta hacia la ladera y tras un momento de concentración se escucha la detonación, la bala impacta a unos 20 cm. por debajo y delante de la pezuña, el rebeco al instante da un par de saltos y desaparece rápido bajo unas hayas aún desnudas de hojas; una pena de esta primera oportunidad perdida, pero al final del día y tras todas las peripecias y nuevos lugares conocidos me alegré de poder seguir recechando. Esa fue mi primera lección del día, al rebeco se le puede recechar durante casi todo el día, excepto en un par de horas a mitad de la jornada en el que si hace calor se echan a descansar; la segunda lección es la dificultad de disparar a este animal dotado de una vista prodigiosa y que no permite un acercamiento fácil.

Vuelta a la carretera hasta llegar a Villarín, tomamos el camino forestal de la Llanera y nos adentramos en una garganta atravesada por un arroyo que viene bastante crecido y a ambos lados un frondoso bosque de roble albar, rebollos, hayas, abedules y alisedas que daban un ambiente muy umbrío tamizado por todas las tonalidades del verde. Conforme nos adentrábamos en el bosque se dejaban ver a izquierda y derecha laderas rocosas con grandes cortados, y en las cimas se vislumbraban aquí y allá algunos rebecos, en su mayoría hembras (algunas ya con sus crías), jóvenes y las crías hembras del año pasado que aún permanecen con las madres.

Conforme subíamos aparecieron las primeras cabañas de teito, con sus techos hechos de escobas, las cascadas y los primeros pastos, que por estas tierras llaman brañas. Aparcamos en una pequeña aldea abandonada y tomando una vieja vereda de pastores comenzamos a subir por la empinada pendiente hasta los altos de Bobia, conforme lo hacíamos la cantidad de nieve aumentaba, unas ciervas salieron huyendo ladera arriba perdiéndose en la nieve. Vimos una gran cantidad de rebecos pero ninguno con la calidad que buscábamos, uno de los mejores que vislumbramos tenía una solo cuerno y a lo largo del día vimos varios ejemplares con el mismo defecto, resultado de las peleas o caídas en estos peñascales. Los jóvenes no paraban de perseguirse unos a otros, siempre por los lugares más escarpados. Llegado un momento tuvimos que volver sobre nuestros pasos pues la nieve nos impedía seguir, esto en mayo, no quiero pensar lo que serán estos caminos en lo más duro del invierno.

Nos dirigimos a continuación hacia Arbellales, parando a cada rato para otear las cumbres, muchos rebecos pero ninguno trofeo, Eladio nos comentaba que no se explicaba donde andarían los machos, lo achacaba al tiempo anormalmente frío de los últimos días. Una parada en Saliencia, en el albergue, para tomar algo y enseguida a seguir el rececho. Subimos a las brañas de Saliencia, camino a la Mortera, cada vez más nieve hasta que esta lo cubre todo con un manto continuo, nos asomamos al abismo sobre el pueblo para poder descubrir algún buen macho pero la suerte parecía que no nos acompañaba esa mañana. En la bajada vimos gran cantidad de rebecos, hembras y jóvenes, era curioso ver cómo escalaban sin aparente dificultad crías de apenas una semana de vida, siguiendo a las madres por los escarpados y precipicios.

Así que como ya eran las 14:00 horas decidimos volver al pueblo y comer algo, una buena fabada asturiana (de la que se disculparon al decirnos que era del día, ya que parece que es mejor de un día para otro) y unos filetes de carne acompañados de un postre casero nos hicieron recobrar las fuerzas para una tarde que prometía ser larga.

A las 16:00 tomamos una pista hacia los altos de Saliencia, esta cada vez tenía más nieve hasta que el todoterreno quedó atrapado en ella, tuvimos que liberar el vehículo con palas y volver atrás hacía los Arbellales donde nos desviamos por un camino muy empinado hasta llegar a una pequeña aldea donde descendimos del todoterreno y pertrechados con zurrones, el telescopio y mis cámaras intentamos el acercamiento a un grupo de rebecos que habíamos descubierto desde la pista. Otra vez a subir, esta vez por una vereda llena de nieve y a trozos con mucho barro y agua que hacía muy penosa la subida a causa de los resbalones, en estos casos la vara se hace imprescindible para evitar accidentes; una vez arriba nos encontramos frente a un gran circo de montañas con mucha nieve y flanqueado por un gran precipicio hacia el norte, suerte que no tengo vértigo ya que la caída en vertical superaba los 300 metros.

Allí apostados en unos peñones logramos ver un macho a 650 metros, así que nos dispusimos a esperar a ver si se ponía a tiro en una posición más cercana pues venía en nuestra dirección parándose a pastar a cada rato, lo que nos supuso casi una hora de espera con un viento del norte que helaba la cara. En esto que el rebeco al salir a un rodete de hierba despejado de nieve se vio rodeado de repente por otros tres machos que estaban tumbados en los brezales y que al invadir sus territorios acudieron prestos a expulsarlo, las carreras fueron instantáneas y el desaparecer los cuatro machos ladera arriba hasta ponerse fuera del alcance del rifle fue cuestión de segundos. Así que volvimos por la vereda de regreso con las manos vacías.

De vuelta a Villarín donde ya estuvimos por la mañana, tomamos otra pista hasta subir a lo más alto de un collado donde una vez más vimos muchos rebecos, pero todos jóvenes. El desaliento ya empezaba a hacer mella en nosotros cuando suena el móvil de Eladio y le comentan que han visto dos rebecos machos cerca de Endriga, sin precisarle si eran buenos o no. Ya pasaban las 20:00 horas y decidimos acercarnos a donde nos habían dicho a ver si cambiaba nuestra suerte.

Llegados a Endriga y en una ladera vemos los dos rebecos, uno parece bueno pero descubrimos que tiene un cuerno partido en su parte superior faltándole el gancho así que nos fijamos en el otro, Eladio comenta a mi compañero que no es un rebeco trofeo, es un representativo así que le da la opción de desestimarlo para buscar otro mejor, pero le responde que más que el trofeo lo que está buscando es un bonito lance ya que es la primera vez que rececha un rebeco y ya habrá tiempo para buscar el trofeo. Dicho y hecho, se acomoda sobre unos troncos y apoyado sobre el mide la distancia, 195 metros, son ya las 20:30 y comienza a oscurecer así que hay que actuar rápido, un disparo y el rebeco que cae sobre una terraza levantándose al instante, tras la sorpresa vuelta a cargar el 7x64 con una RW de 150 graims y a esperar que aparezca el rebeco que se oculta mientras huye tras unas hayas, aparece un instante y se para, distancia 235 metros, un disparo y el rebeco cae sobre unos brezales. Alegría del cazador y de los presentes y enseguida acompaño a Eladio a cobrar el rebeco, atravesamos el río por un puente y comenzamos una penosa subida por una ladera húmeda y con nieve, al llegar al sitio del disparo mucha sangre pero no vemos el rebeco, tras una corta búsqueda unas gotas de sangre en la nieve nos conducen al rebeco ya muerto.

Con las fotos de rigor y la satisfacción de poder haber alcanzado con éxito nuestro rececho nos volvemos para Sevilla, aún quedan 900 km. para llegar. Atrás dejamos una preciosa tierra, una gente amable y unas vivencias inolvidables. Habrá que volver de nuevo algún día.